Hoy 22 de septiembre de 2023 se cumplen cincuenta y cinco años desde de la inauguración del actual edificio de la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano.

La estructura arquitectónica se alza majestuosa sobre un terreno de una hectárea, tal como se había concebido en el proyecto original:

«un volumen unitario, abierto por medio de terrazas al Río Suquía, con un único plano de techo, debajo del cual se desarrollan todas las actividades cubiertas».

El Arq. Fabio Grementieri, miembro del equipo encargado de la conservación y puesta en valor del edificio, compartió:

«La estructura de hormigón armado deja al descubierto su aspereza, reminiscente de los edificios de piedra de la antigüedad. Esto confiere una fuerte presencia urbana, semejante al esqueleto de un dinosaurio»

Este monumento arquitectónico fue honrado con el estatus de Monumento Histórico Nacional el 27 de noviembre de 2019, a través del decreto presidencial 2019/791. De esta manera, el edificio de la ESCMB, construido entre 1960 y 1971, fue reconocido como icónico, exponente del brutalismo, una corriente arquitectónica revolucionaria por sí misma.

Historia del Brutalismo

El brutalismo arquitectónico es un estilo arquitectónico que se desarrolló principalmente en la segunda mitad del siglo XX, especialmente en las décadas de 1950, 1960 y 1970. El término «brutalismo» proviene de la palabra francesa «béton brut,» que significa «concreto crudo» o «concreto en bruto,» y se refiere a una de las características distintivas de este estilo: el uso prominente del concreto, especialmente el concreto sin pulir o expuesto.

Aquí hay algunas características claves del brutalismo arquitectónico: uso del concreto, formas geométricas simples, énfasis en la función y la estructura, escala monumental, experimentación con luces y sombras y el contexto urbano.

Si bien el brutalismo ha sido controvertido a lo largo de los años debido a su apariencia a menudo austera y monumental, muchos de sus defensores elogian su honestidad arquitectónica, su capacidad para destacar en el paisaje urbano y su resistencia duradera. Algunos ejemplos famosos de arquitectura brutalista incluyen el Centro Pompidou en París, el edificio Barbican en Londres y el edificio Breuer en Nueva York.

Los ventanales cuadrados que adornan la fachada frontal de la Escuela fueron diseñados para establecer un diálogo visual con las viviendas más modestas del barrio Alberdi. A lo largo de los años, esta relación ha ido cambiando a medida que se han erigido edificios más altos en la zona. No obstante, como subraya el Arq. Grementieri:

«la fachada que se asoma al río sigue siendo un espléndido mirador. En Córdoba, no existe otro edificio que dialogue tan armoniosamente con el río Suquía».

El edificio se organiza en dos niveles distintos: uno a nivel del suelo, que alberga las oficinas de dirección, secretaría, administración, la sala de profesores, la imprenta y otras instalaciones relacionadas con las labores docentes. El otro nivel, más elevado, corresponde al patio que se despliega bajo la vasta cubierta y se convierte en una terraza que se asoma al río.

La directora de la escuela, la Prof. Andrea Marinelli, compartió que:

«El hecho de que podamos transitar por una Escuela con vida nos interpela en múltiples niveles: por su geometría, por sus espacios, por su diseño y, sobre todo, por su rica historia. Desde el momento en que fue concebida, planificada y proyectada, esta estructura monumental ha sido testigo de una historia profunda, repleta de luchas e ideales materializados bajo esta imponente arquitectura».

Los arquitectos pretendían utilizar el entorno físico y espacial como parte integral del proceso de enseñanza-aprendizaje. Las aulas, bañadas por la luz natural, fueron diseñadas para estimular el pensamiento y fomentar la conexión visual con el espacio que las rodea: el patio. Este último, más que un espacio de recreación, adquiere un significado más profundo al servir como lugar de encuentro y socialización, así como escenario para actividades extracurriculares.

Esto permite una dualidad única entre «colegio» y «vida» que define la identidad singular de «los del Belgrano».

En conclusión, la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano es un tesoro arquitectónico que trasciende el tiempo, una obra maestra del brutalismo que ha sido testigo y protagonista de la historia educativa y cultural nacional.