La Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano invita a la Muestra Permanente “Territorio brutalista: Un monumento vivo dedicado a la enseñanza en el corazón de Alberdi”. La misma se encuentra ubicada en el exterior del edificio de La Rioja 1450 y recupera los principales aspectos arquitectónicos del edificio que en 2019 fue declarado Monumento Histórico Nacional.

La muestra se abre al público general en el marco del Programa de Conservación de la Fundación Getty, desarrollado entre la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos y el Área de Planificación Estratégica de la UNC.

 

 

El propósito de la misma es que toda la comunidad pueda conocer el proceso de transformación del sitio que la Universidad Nacional de Córdoba dispusiera en 1959 para la concreción de un edificio definitivo. Se presentan además, los estudios que se están realizando para la preservación integral y mejor uso de este ícono internacional de la arquitectura brutalista.

“La estructura de hormigón armado deja a la vista su rugosidad. Un poco como los edificios de piedra de la antigüedad. Esto hace que tenga una presencia urbana fuerte, como el esqueleto de un dinosaurio”, explica el Arq. Fabio Grementieri, quien integra el equipo de puesta en valor del edificio.

Artesanos de la arquitectura

Grementieri destacó las características únicas de esta obra, que es distinta a otras construcciones preciosistas declaradas como Patrimonio Histórico en nuestro país. “Edificios como el Belgrano tienen mucho trabajo por detrás, se necesitó una mano de obra, de albañiles y carpinteros, muy calificada”, destaca el arquitecto.

“Ese techo curvo se logró con un encofrado de madera y paneles curvados, casi como una escultura. Para lograr eso se necesitan verdaderos artesanos”, remarcó.

Por eso es tan importante la imagen final de la Muestra permanente en la cual se revelan las tablas impresas en el hormigón. “La fachada está hecha con elementos pre moldeados, con cemento más blanco. Tiene una particularidad que no tienen otros edificios de otra época. Se usó hormigón con pigmento rojizo, en las columnas más verdoso, en fachada blanco y una marmolina. Es parte del lujo de este edificio, es artesanía”, agrega Grementieri.

 

 

En esta muestra permanente se pueden ver imágenes del sitio antes de que existiera la construcción, los planos que son una verdadera reliquia histórica. Grementieri recordó que “en aquella época no había dibujo por computadoras, se hacía con reglas y tecnígrafos, e instrumentos de la época de la imprenta de Gutemberg”.

El arquitecto destacó la presencia de la arquitectura educativa expresada también en otros edificios como el Colegio Nacional Monserrat, el Colegio Alejandro Carbó, y los edificios de la década del ‘40, de la arquitectura racionalista. “Estas construcciones contaban de una gran calidad, siguen en pie y siguen prestando sus funciones”. “La presencia de las instituciones del Estado durables con construcciones de calidad y una mano de obra casi artesanal implicaba un compromiso y un orgullo de participar de la obra”, agrega.

Un gigante de hormigón mirando al río

El diálogo con Alberdi es una relación “de apertura al río y muy sensible al barrio”, explica el arquitecto. En este sentido, destacó que “en la escala de la fachada, el acceso principal es más bajo, las columnas enormes que dan al río no aparecen en el perfil que da al barrio”.

Los cuadrados del frente buscan dialogar con las casas más chicas de Alberdi, pero ese vínculo ha ido cambiando con el paso de los años. Al construirse edificios más altos esa sensible relación fue variando. “La fachada sobre el río sigue siendo un gran mirador. En Córdoba no existe otro edificio que dialogue tan bien con el río Suquía”, concluyó.