Nuestro comunicado

A 45 años del último golpe cívico-militar-eclesiástico en Argentina, nos volvemos a encontrar un 24 de marzo. Una vez más, a pesar de la distancia, el abrazo fraterno por el Nunca Más se torna una expresión colectiva que se desplaza por los diferentes caminos del país y el continente.

La memoria, al igual que una semilla, viene cargada de futuro. Este año, las organizaciones y espacios en defensa de los derechos humanos, bajo la consigna “Plantamos memoria”, nos proponemos pensar la lucha colectiva como un impulso hacia la germinación de derechos y florecimiento de las memorias. Por eso, desde acciones como la plantación de árboles y plantas autóctonas, se busca asentar simbólicamente en nuestra tierra la memoria de les compañeres desaparecides, a la vez que nos comprometemos con la lucha por la preservación de nuestro ecosistema en tiempos frágiles de masivas deforestaciones, cambio climático, daño al ecosistema e incendios.

Florecer en la memoria desde el aula, el recreo y el encuentro

La importancia que tiene el pasado en la elaboración de miradas críticas sobre el presente interpela a la escuela y a su comunidad, nos propone el ejercicio constante de preguntarnos acerca de lo colectivo y de lo común. La memoria de una comunidad primero, y de un pueblo más tarde, se torna herencia simbólica que permite elaborar resignificaciones generacionales sobre la cultura y el lazo social que se teje allí mismo.

Históricamente, la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano se ha comprometido en la defensa por los derechos humanos, acompañando los procesos que se tejen en las redes de la sociedad e involucran a las diferentes voces de las luchas contemporáneas, siempre en una apuesta por la vigencia de esos derechos en la actualidad.

Nuestra escuela, al igual que las demás instituciones educativas, ha transitado el 2020 como un año particular que forzó su reinvención en un escenario desconocido. Sin embargo, la construcción de memorias colectivas no ha sido puesta en pausa. Desde el último pronunciamiento de la Comisión Interclaustro de Derechos Humanos, se destacan múltiples instancias que condujeron al avance y consolidación del “Nunca Más” en nuestro edificio.

Un año atrás, la investigación del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba, señaló el registro del desaparecido número 25 de la Escuela Manuel Belgrano. De esa forma, se garantizó ampliar las bases de información institucional con la que se contaba y seguir contribuyendo a la búsqueda de las identidades borradas por el terrorismo de Estado. Meses más tarde, a pesar de la emergencia sanitaria, podemos afirmar que el inicio del 12º juicio por delitos de lesa humanidad en Córdoba “Diedrichs-Herrera” trajo consigo un gran paso en el reclamo de Memoria y Justicia sobre lo acontecido en la última dictadura. Esta causa judicial supuso reelaborar y rememorar la propia historia al interior de la escuela, dado que cuatro de las víctimas fueron estudiantes de la institución.

Nuestro presente como sociedad está íntimamente atravesado por historias de horror y golpes de Estado que socavan la democracia argentina. Una sombra que se proyecta y sostiene desde sectores conservadores y neoliberales, cómplices y autores en el pasado,  que intentan sistemáticamente negar nuestra historia asomando con nuevas performances en el espacio público, ultrajando la memoria y sosteniendo prácticas del terror que se despiertan para revivir aquellas viejas cicatrices. Pero que al mismo tiempo, nos permiten una vez más llevar a cabo el ejercicio colectivo de adoptar y hablar la lengua de la memoria.

La construcción de verdades y memorias es un camino marcado por las generaciones que asumen lo vivido, para garantizar que Nunca Más se atraviese el silenciamiento y asedio a la población mediante el discurso del “orden” desde el aparato del Estado. La búsqueda de las identidades continúa, como así también el reclamo de justicia por las víctimas del ayer y hoy, porque si hay algo que no puede negarse, es que la lucha es transversal a lo que se vivencia en el tiempo que nos toca habitar.

La desaparición forzada de personas, la violencia de las fuerzas de seguridad y el recrudecimiento de la represión, se actualiza en la región latinoamericana y nos pone de cara hacia el ejercicio de la política y de lo que supone definir como “político” en nuestros contextos. Al tiempo que actualiza la demanda al Estado para que garantice el cumplimiento de los Derechos Humanos. Es nuestro deber asumir esas realidades, para así fortalecer las políticas inclusivas en nuestro tiempo.

Los pañuelos blancos ya lo demostraron. Florecer en la memoria es reabrirse a recolectar los fragmentos memoriales ocultos, transitar lo colectivo como pieza fundamental para reconstruir historias…

Florecer en la memoria es continuar reclamando los debidos procesos de justicia por quienes fueron perseguides y desaparecides en manos de las fuerzas armadas. Pero también es levantarnos para exigir justicia por las mujeres y disidencias que hoy son desaparecides y asesinades, por aquelles jóvenes violentades por las fuerzas de seguridad y por los sectores que cargan consigo las marcas del estigma y la exclusión.

Florecemos desde el aula, el recreo, el encuentro, nuestras casas y las calles, porque la Memoria, Verdad y Justicia son parte de ese acervo que abrazan nuestras identidades. A 45 años seguimos sin bajar nuestros brazos desde los territorios y luchas que habitamos, porque aún hay más de 30.400 razones para luchar y memorias por plantar.

Comisión Interclaustro de Derechos Humanos Manuel Belgrano